Comienzos…

Familia-Blog-0091.jpgSerían las 11 de la mañana de un día cualquiera entre semana, en el colegio Mixto nacional de la calle Urbieta, allá por el 1983. Cursaba 8º de EGB, y la curiosidad quiso que me acercara al tablón de anuncios.

En él solíamos colgar diferentes anuncios referentes a actividades relacionadas con la clase, los alumnos etc. Pero aquel día,alguien había colocado una pequeña hoja de la Escuela de Hostelería y Turismo CDEA.

En ella, se nos invitaba a todos los alumnos a acudir a esta Escuela a informarnos de los distintos cursos que allí se impartían. Yo, ingenuo de mí, lo comenté en casa, y evidentemente mi padre,que en gloria esté, fue el primero que me sugirió que fuera y que me informara, eso sí, diciéndome antes la inolvidable frase:

- ” Hijo, si te haces cocinero, nunca te va a faltar el trabajo….” -

Y razón no le ha faltado. Evidentemente, no me voy a quejar, de esa frase que con tanta razón y buen deseo me ofreció mi padre.Tal vez debido a esa afición mía a ayudar a mi madre a hacer una famosa tarta de manzana, de la cual hemos perdido la receta…. ( de ahí el apartado ” recetas de una Madre que podéis visitar”) o el famoso bizcocho de yogurt de limón, archiconocido por todos y todas, me decanté por apuntarme a la Escuela de Cocina, como vulgarmente se conocía entonces.

Fue un buen consejo, el que me dio mi padre, la verdad es que me curtió en un mes,como si hubiese hecho la mili de repente. Todos mis amigos de la infancia volaron con otras pretensiones, como la de ser filólogo hispano, cosa que yo entonces, incluso ahora, no sabría decir para que sirve, pero sonaba altamente cualificado. Otros Arquitectos, otros deliniantes, etc, etc, etc. En cambio yo, cuando decía: ” Cocinero “…………………. Era como si algo se parara………….. como si un día de pleno sol, de repente, se nublara. Nadie lo entendía. ¿ Cocinero? ¿A tu edad? Yo que crecí con el programa de los programas de cocina: ” Con las Manos en la Masa” hoy me pregunto, que pude ver en la cocina, para que me atrajera tanto. En aquel entonces, creo, que no teníamos animándonos los mediodías ni a Arguiñano, ni al canal cocina, con el que tanto aprendemos, y no digamos nada de Chicote, o de Robin Food….. Por cierto, divertidos los dos programas de televisión. Posiblemente, aparcando el amarillismo-sensacionalista de Chicote, bien podrían ser claros ejemplos de cómo la providencia quiso que yo fuera cocinero. Por un lado, Chicote, cocina de locos donde las haya, y Robin Food, como la elaboración te guste o no, de una cocina hecha con cariño, y ofrecida a los demás.

Para acabar una frasecita:

” No hay amor mas sincero, que el que sentimos por la comida”.

Hasta el próximo relato….